Clasificación
Aunque se han propuesto varias clasificaciones a lo largo de la historia, quizá la más empleada desde mediados del siglo XX fue la psicométrica, con los siguientes niveles:
Leve o ligero (C.I.: 55-70): Incluye la mayoría de los casos y se caracterizaría por el desarrollo prácticamente normalizado de habilidades adaptativas con los apoyos adecuados. Por ello, aunque su potencial académico estaría limitado a niveles de hasta 6º de Primaria, podrían llevar una vida social y laboral prácticamente normal, recibiendo apoyos o supervisión parciales.
Moderado o medio (C.I.: 40-55): En torno a un 10% de esta población presentaría un potencial académico limitado a la alfabetización básica y aceptable capacidad comunicativa empleando sistemas aumentativos. Con la adecuada enseñanza y apoyos económicos y sociales continuados, podrían lograr habilidades adaptativas suficientes para una vida semi-independiente.
Severo (C.I.: 25-40): En torno a un 3% o 4% de estas personas presentarían un déficit intelectual severo y enormes dificultades en el conjunto de todas las habilidades adaptativas. Con la adecuada enseñanza y apoyos, podrían adquirir destrezas elementales para colaborar en su propio cuidado y en actividades laborales rudimentarias con supervisión continua.
Profundo (C.I.: <25). Sobre un 1% de esta población estaría acompañado de otras deficiencias y precisaría institucionalización en condiciones de total dependencia a lo largo de toda su vida.
En la actualidad esos niveles se definen más desde una perspectiva multidimensional o interactiva, en la se ha de tener en cuenta:
- Capacidades intelectuales no ligadas de forma restrictiva a los aspectos académicos o a los test de inteligencia. Así, incluyen el razonamiento, la planificación, solucionar problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia.
- Conducta adaptativa, es decir, el conjunto de habilidades conceptuales (lenguaje expresivo, lectura y escritura, concepto de dinero…), sociales (responsabilidad, interacción con otros, seguimiento de reglas…) y prácticas (aseo, vestido, alimentación, uso de recursos, habilidades ocupacionales…) aprendidas por la persona que son necesarias para funcionar en la vida diaria. Además, las debilidades en algunas de ellas suelen coexistir con un aprendizaje adecuado de otras.
- Participación, interacción y roles sociales. La discapacidad intelectual no se puede analizar de forma descontextualizada, tal y como ocurre en el concepto de n.e.e. propuesto por Warnock.
- Salud, definida como el estado de bienestar físico, psíquico emocional y social de individuo.
- Contexto. Los ambientes en los que se desarrolla la persona son determinantes en su desarrollo y funcionamiento.
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